1982 fue el año en que la junta militar argentina, en una llamada a la exaltación patriótica, decidió invadir las Islas Malvinas. Mediante un uso del montaje tan vibrante como preciso, la singular ópera prima de Lucas Gallo convierte los fragmentos del feliz relato oficial televisivo durante los 74 días de guerra en una obra cuya lucidez, al estilo de Videogramas para una revolución (Harun Farocki y Andrei Ujica, 1992), permite resignificar las estrategias de propaganda mediática a las que aún se aferran los poderes políticos para maquillar las crónicas de sus desastres.